LA PRUDENCIA
La prudencia es una virtud de la razón, no especulativa, sino práctica:
la cual es un juicio, pero ordenado a una acción concreta.
La prudencia nos ayuda a reflexionar y a considerar los efectos que
pueden producir nuestras palabras y acciones, teniendo como resultado un actuar
correcto en cualquier circunstancia. La prudencia en su forma operativa es un
puntal para actuar con mayor conciencia frente a las situaciones ordinarias de
la vida.
La prudencia es la virtud que permite abrir la puerta para la
realización de las otras virtudes y las encamina hacia el fin del ser humano,
hacia su progreso interior.
La prudencia es tan discreta que pasa inadvertida ante nuestros ojos.
Nos admiramos de las personas que habitualmente toman decisiones acertadas,
dando la impresión de jamás equivocarse; sacan adelante y con éxito todo lo que
se proponen; conservan la calma aún en las situaciones más difíciles,
percibimos su comprensión hacia todas las personas y jamás ofenden o pierden la
compostura. Así es la prudencia, decidida, activa, emprendedora y comprensiva.
El valor de la prudencia no se forja a través de una apariencia, sino
por la manera en que nos conducimos ordinariamente. Posiblemente lo que más
trabajo nos cuesta es reflexionar y conservar la calma en toda circunstancia,
la gran mayoría de nuestros desaciertos en la toma de decisiones, en el trato
con las personas o formar opinión, se deriva de la precipitación, la emoción,
el mal humor, una percepción equivocada de la realidad o la falta de una
completa y adecuada información.
La falta de prudencia siempre tendrá consecuencia a todos los niveles,
personal y colectiva, según sea el caso. Es importante tomar en cuenta que
todas nuestras acciones estén encaminadas a salvaguardar la integridad de los
demás en primera instancia, como símbolo del respeto que debemos a todos los
seres humanos.
El ser prudente no significa tener la certeza de no equivocarse, por el
contrario, la persona prudente mucha veces ha errado, pero ha tenido la
habilidad de reconocer sus fallos y limitaciones aprendiendo de ellos. Sabe
rectificar, pedir perdón y solicitar consejo.
La prudencia nos hace tener un trato justo y lleno de generosidad hacia
los demás, edifica una personalidad recia, segura, perseverante, capaz de
comprometerse en todo y con todos, generando confianza y estabilidad en quienes
nos rodean, seguros de tener a un guía que los conduce por un camino seguro.
Como alcanzarla:
- El
recuerdo de la experiencia pasada: Si una persona no sabe reflexionar
sobre lo que le ha sucedido a él y a los demás, no podrá aprender a vivir.
De esta manera la historia se transforma en maestra de la vida.
- Inteligencia
del estado presente de las cosas: El obrar prudente es el resultado
de un “comprender” mirando la comprensión como la total responsabilidad,
como el verdadero amor que libera de las pasiones para llegar al final de
la vocación humana “el conocimiento”.
- Discernimiento
al confrontar un hecho con el otro, una determinación con la otra.
Descubrir en cada opción las desventajas y las ventajas que ofrecen para
poder llegar a realizar una buena elección.
- Asumir
con humildad nuestras limitaciones, recurrir al consejo de todas
aquellas personas que puedan aportarnos algo de luz.
- ·
Circunspección para confrontar las circunstancias. Esto sería que alguna
acción mirada y tomada independientemente puede llegar a ser muy buena y
conveniente, pero viéndola desde dentro de un plan de vida, de un proyecto
de progreso personal, se vuelve mala o inoportuna
·
La experiencia es, sin lugar a dudas, un factor importante para actuar y
tomar las mejores decisiones. Aprender o no es nuestra opción.
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